martes, 7 de mayo de 2013

Polución

No siempre la casa es refugio, a veces es una bodega de relaciones podridas; cuando es así lo mejor es salir, caminar por cualquier avenida y llenar los pulmones de esa polución reconfortante (el aire puro no tiene ningún efecto abrazador).

No importa la avenida que se elija, de todas formas en todas ellas habrá carros, perros, mendigos y señales que burlar; cualquier avenida es un laboratorio de confluencia de posibilidades y deseos. Todos los comensales que pasan de prisa para poder sentarse en la mesa y calentar cualquier comida mal hecha que esconda el hambre de espíritu, desean ganar la lotería, quién la ganará? la ganará quien más la quiero o quien más la marece? o el que más la quiere es quien más la merece? De hecho qué fuera de la lotería si se ganara por meritocracia?

Hay un momento que una esquina te dice a vos que es el final del camino, que más allá de ella cualquier horizonte es  insustancial... decidís sentarte en ella, esperás dos o tres minutos, tomás tres bocanadas de pulución y volvés a casa... Al llegar resulta que todo es distinto, que las relaciones podridas no son podridas sino añejadas, pero aún así huelen a mierda. 

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