No importa la avenida que se elija, de todas formas en todas ellas habrá carros, perros, mendigos y señales que burlar; cualquier avenida es un laboratorio de confluencia de posibilidades y deseos. Todos los comensales que pasan de prisa para poder sentarse en la mesa y calentar cualquier comida mal hecha que esconda el hambre de espíritu, desean ganar la lotería, quién la ganará? la ganará quien más la quiero o quien más la marece? o el que más la quiere es quien más la merece? De hecho qué fuera de la lotería si se ganara por meritocracia?
Hay un momento que una esquina te dice a vos que es el final del camino, que más allá de ella cualquier horizonte es insustancial... decidís sentarte en ella, esperás dos o tres minutos, tomás tres bocanadas de pulución y volvés a casa... Al llegar resulta que todo es distinto, que las relaciones podridas no son podridas sino añejadas, pero aún así huelen a mierda.
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