lunes, 3 de junio de 2013

Ficción fatal deseada.

¿Se puede acaso morir de esto? me preguntaba ayer, pero... ¿qué es esto? ¿cómo se llama la incapacidad absoluta de luchar por lo que se "anhela"?

El desayuno fue extraño, mientras que pensaba en la cuestión de la indolencia absoluta comía algún ponqué, no recuerdo a que sabía, al fin y al cabo degustar es para hombres que van abriendo el camino y yo me limito a sortear los retos de esta selva, que son las miles de posibilidades y a su vez decisiones a tomar que hay a diario.

No puedo hablar pendejadas, ésta reflexión solo duró hasta que escuché que había empezado la trasmisión de una contienda de cualquier deporte que jamás practicaré, pero... esto tampoco cambió nada, ganó un tipo que quizá no sepa lo que es Colombia, por ende es más "civilizado" y jamás sabrá lo que es hacer una cola en una EPS.

Con una modorra incalculable quise dormir el resto de mañana, pero me fue imposible, ya que al poner la cabeza en mis almohadas olvidé al tipo "civilizado" y volví a pensar que será de una vida guiada por una brújula imaginaria, no supe que hacer y ahogué mis pensamientos con música "sensible" a un volumen lo suficiente alto que bastó hasta que el cuerpo pidió el almuerzo.

Lógicamente la modorra persistió y comí con un desgano voraz el almuerzo, creo que fue pollo, pero da lo mismo pescado, pollo, res, cerdo; todos llevaron una vida más digna, o por lo menos más amparada que yo. No puedo negar que a causa del desgano voraz quise repetir, pero ya era muy tarde: el contramuslo había pertenecido a un pollo de ojos violeta y su carne es incompatible con mis genes, no sé que hormona se enloquecía, el caso fue que tras el contacto de mi estómago con la carne esa, se liberó todo mi hastío, mi cabeza estalló y voló por los aires, recuerdo claramente que casi nadie quiso volverla a armar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario