lunes, 25 de marzo de 2013

Predisposición al fracaso

Tan solo, tan solo. 
Tan solo como Judas,
que murió en grima colgado al chamizo;
o como Dios, abandonado por sus dos hijos,
filántropos ambos.

Pero, ¿es acaso la soledad
un castigo menos fuerte que el remordimiento?
¿acaso alguien la merece?
¡pobre criminal aquel condenado a ella;
que se de por bien servido con la muerte!

Estar solo y no tener nada a cambio,
de por sí es una afirmación tonta,
de la soledad solo queda la prepotencia,
que es vana por definición.

Pero el problema de fondo es más molesto,
probablemente más paralizante.

El problema es que no vasta cualquier compañía.
no te acoge cualquier árbol que respira,
o si lo hace, no lo hace como lo haría
la mirada tuya, que deseo impregne el alma mía

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