Malditos los seres de un día,
eufóricas pruebas de la intrascendencia,
que carecen de toda paciencia
para aferrarse a lo que se perdía.
Se vanaglorian de gran conciencia,
de haber logrado la tautología
para poner fin a esta a noche tan fría,
que desnuda a los entes de poca indulgencia.
Mas estos seres malditos,
a veces vuelven a la honestidad
o soñar fértiles mundos perdidos;
lo que es un error a decir verdad,
porque mientras recobran la esperanza en sus hermanos podridos
les pisa un auto al que le dio pereza frenar.
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